Seis
muertos, avenidas devastadas e inservibles, casas destruidas, mercados
arrasados, comerciantes que se han quedado en la calle y sin su única fuente de
ingreso y otros cuantiosos daños más son los resultados no de las torrenciales
lluvias en Arequipa sino de la ineptitud del presidente regional, el alcalde
provincial y los alcaldes distritales de la gran Arequipa.
El
presidente regional Juan Manuel Guillén y el alcalde provincial Alfredo Zegarra
sobrevolaron en un helicóptero del ejército la ciudad para ser testigos de lo
ocasionado por su negligencia e incapacidad; estos personajes “no tuvieron
mejor idea” ante su impotencia que
declarar duelo por dos días en Arequipa en memoria de las víctimas y como es la
costumbre de estos tipos no hicieron un “mea culpa” de lo sucedido y en sus
declaraciones a la prensa han deslindado cualquier responsabilidad,
indirectamente señalando que ha sido un “hecho fortuito de la naturaleza”.
¿Por
qué son culpables de lo ocurrido en Arequipa? El presidente regional por su
falta de política preventiva para enfrentar desastres naturales y aún enfrentar
las emergencias, le podrá echar la culpa a Defensa Civil o a otras
organizaciones pero él es quien debió encabezar todo el planeamiento de
contingencias y simplemente no lo hizo. El año pasado las intensas
precipitaciones ya le habían pasado la factura, ¿hicieron algo como Gobierno
Regional para que la historia no vuelva a repetirse? ¡NO! Absolutamente nada. El
alcalde provincial Alfredo Zegarra desde el 2011 nos tiene atorados con el caos
vehicular a raíz de la construcción de sus intercambios viales, uno de ellos en
la avenida Venezuela, allí para ganar espacio se acortó el espacio de la
torrentera que recorría (pues ya no existe) dicha vía que va paralelamente al terminal
pesquero y otros centros de abastos que se ubicaban en ese lugar, entonces al
venirse el aluvión las aguas no encontraron el espacio suficiente y se
combinaron con los materiales de construcción del “by pass” y terminaron
destruyendo los comercios ubicados en la mencionada zona. La noche del 8 de
febrero toda la avenida Venezuela se había convertido literalmente en “la piscina
olímpica más grande del mundo”, ¿dos años para construir un intercambio vial
que no tiene la misma magnitud de los hechos en Lima?.
Los
alcaldes distritales después de las torrenciales lluvias del año pasado se
llenaron la boca proclamando a los “cuatro vientos” que iban comenzar con la
implementación de sistemas de alcantarillado y drenaje así como el fortalecimiento
de las pistas para que la ciudad esté preparada para la siguiente temporada de
lluvias. Nada de esto ocurrió, a fines del año pasado las pistas de la mayoría
de los distritos ya lucían deterioradas y algunas con grandes orificios. Con
las lluvias de enero que no fueron tan intensas ya varios buzones de las calles
y casas habían colapsado. Así que la catástrofe ante una lluvia de la magnitud como
la sufrida el pasado viernes era algo inevitable. No había que ser un experto
para vaticinar la desgracia que sobrevendría a la ciudad.
Sí, vale
la pena llorar sobre la leche derramada, no es justo hacer borrón y cuenta
nueva como es una costumbre en Arequipa y en todo el Perú. Aquí hay culpables y
son las autoridades arequipeñas que no
pueden quedar impunes ante tamaña negligencia que ha tenido costos muy elevados
esta vez peor que los del año pasado, sobre todo por las pérdidas humanas,
porque simplemente sus autoridades no protegieron sus vidas al no establecer
eficientes políticas de prevención. El año pasado cuando escribía para un medio local
en su editorial hablé de la prevención para no volver a pasar por adversidades
ocasionadas por las precipitaciones, parece mentira un año después (o no acepto
la realidad), tengo que lamentar que muchas veces no aprendemos de nuestros
errores y que a las autoridades
arequipeñas les gusta seguir dándose “coces
contra el aguijón”.
La av. Venezuela |
Me
resisto a aceptarlo pero creo que el próximo año también volveré a escribir
sobre otra desgracia acaecida en Arequipa, ojalá y por el bienestar de los
arequipeños me equivoque.
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