MARIO VARGAS LLOSA
LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO
ENSAYO
ALFAGUARA.
2012.ESPAÑA.
¿ANUNCIANDO
LA MUERTE DE LA CULTURA?
Una extraña sensación es lo
que experimentó Mario Vargas Llosa al asistir a distintas actividades culturales y
analizar diversos materiales producidos por los
medios de comunicación en los últimos años, se fue apoderando de él una
inquietante pregunta: ¿por qué la cultura dentro de la que nos movemos se ha ido
banalizando hasta convertirse en muchos casos en un pálido remedo de lo que
nuestros padres y abuelos entendían por cultura? Esta y otras interrogantes son
planteadas y tratadas de respondidas en su ensayo La civilización del Espectáculo, publicado el año
pasado.
Considerado entre uno de los
mejores ensayos del 2012, por el diario El País de España. La Civilización del Espectáculo
en las propias palabras del autor desea “dejar constancia de la metamorfosis que ha experimentado lo que se
entendía aún por cultura”. Vargas Llosa anuncia la profunda etapa de crisis
y decadencia en que ha caído la cultura y que está siendo reemplazada por
otra construida sobre las ruinas de la
misma.
Desde el inicio de su obra el autor sentencia
que la cultura “en el sentido que
tradicionalmente se ha dado este vocablo, está en nuestros días a punto de
desaparecer. Y acaso haya desaparecido
ya, discretamente vaciada de su contenido y éste reemplazado por otro, que
desnaturaliza el que tuvo”. A esta realidad, Vargas Llosa la denomina la
civilización del espectáculo.
LA
CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO: ¿LA NUEVA CULTURA?
Según Vargas Llosa es un
mundo donde el entretenimiento ocupa el primer lugar de la tabla de valores, “y donde divertirse, escapar del
aburrimiento, es la pasión universal” pero al que el escritor no se opone pero si le preocupa que “el
pasarlo bien” o “frivolidad” se convierta en el valor supremo y traiga
nefastas consecuencias: “la banalización
de la cultura, la generalización de la frivolidad…que prolifere el periodismo
irresponsable de la chismografía y el escándalo”.
Vargas Llosa en su primer
capítulo señala una terrible conclusión “La
cultura es diversión y lo que no es divertido no es cultura…Lo que tiene éxito
y se vende es bueno y lo que fracasa y no conquista al público es malo”. Esta
es la razón principal por la cual los
medios de comunicación nos someten a su ofrecimiento de satisfacción
placentera, frivolidad y mucha idiotez.
La nueva cultura tiene su
columna vertebral en lo light: literatura light, cine light, arte light. Según el premio Nobel de Literatura, es “aquella que hace sentir comodidad al lector
o espectador, una sensación de estar a la vanguardia con un mínimo de esfuerzo
intelectual, y que lleva al conformismo y se manifiesta en la complacencia y
autosatisfacción”.
Mario Vargas Llosa a fin de no parecer clasista ni
dar la apariencia de un idealista apolillado explica las definiciones y concepciones de
cultura y la transformación que ha sufrido la misma, recurriendo a diversas
fuentes, desde sociológicas, científicas,
filosóficas hasta llegar a las religiosas. Al
igual que en la mayoría de sus obras, el autor juega con los relatos paralelos
en espacios de tiempo diferentes, en esta ocasión sus apreciaciones y críticas
son alternadas con algunos artículos periodísticos culturales aparecidos en su
columna Piedra de toque publicados en
el diario El país de España a lo
largo de los últimos años y que sirven de perfecto complemento de sus
comentarios.
SEÑALANDO
CULPABLES Y PELIGROS
¿Culpables? Mario Vargas Llosa señala al deterioro de las
familias como uno de ellos y la crisis de la palabra, ahora subordinada a la
imagen como otro causante, así como la búsqueda de la frivolidad como un valor
supremo. Algunos factores que el escritor determina que han contribuido a la
formación de la civilización del espectáculo son:
1) “La
prosperidad vivida después de la segunda guerra mundial, que permitió el
crecimiento de la clase media, el bienestar, la libertad de costumbres y un
espacio siempre creciente para el entretenimiento”.
2) La democratización de la cultura provocó “la desaparición de la alta cultura,
obligatoriamente minoritaria por la complejidad y a veces hermetismo en sus
claves y códigos, y la masificación de la idea misma de cultura” y el que Los
sociólogos, hayan “incorporando a la idea
de cultura, como parte integral de ella, a la incultura, disfrazada con el nombre
de cultura popular”.
3) La
desaparición de la crítica y su reemplazo por la publicidad, “convirtiéndose ésta en nuestros días no
sólo en parte constitutiva de la vida cultural sino en su vector determinante”
.
4)El laicismo, la banalización de la política, el
eclipse de los intelectuales, el empobrecimiento de las ideas como fuerza
motora de la vida cultural, el reemplazo de la información por el
entretenimiento, la frivolización como norma, la degradación del sexo, etc.
Mario Vargas Llosa señala también algunos peligros
de someternos a la nueva cultura:
1) “En la civilización del espectáculo, el
intelectual sólo interesa si sigue el juego de la moda y se vuelve un bufón”
.
2) "La ínfima vigencia que tiene el pensamiento
en la civilización del espectáculo".
3) “El empobrecimiento de las ideas
como fuerza motora de la vida
cultural en una época donde se vive la
primacía de las imágenes sobre las ideas”.
4) “La
cultura dominante, que privilegia el ingenio sobre la inteligencia, las
imágenes sobre las ideas, el humor sobre la gravedad, la banalidad sobre lo
profundo y lo frívolo sobre lo serio…”
5) “Lo que se
espera en nuestros artistas no es el talento, ni la destreza, sino la pose y el
escándalo, sus atrevimientos no son más que las máscaras de un nuevo
conformismo”.
6)”Los
espectadores no tienen memoria; por esto tampoco tienen remordimientos ni
verdadera conciencia. Viven prendidos a la novedad, no importa cuál sea con tal
que sea nueva”.
7) La banalización del sexo o sexo light, sin amor,
el puramente instintivo y animal.
8) en el periodismo, “el diario o programa que no comulga en el altar del espectáculo corre
hoy el riesgo de perderlo y dirigirse sólo a fantasmas”.
9) En la política, “la popularidad y el éxito se conquistan no tanto por la inteligencia y
la probidad como por la demagogia y el talento histriónico…la cultura es la que
corrompe y degrada a la política y a los políticos”.
¿EL
PERIODISMO BASURA VUELVE IMBÉCIL A LA GENTE?
En su capítulo sobre cultura, política y poder se
explica por qué el amarillismo es
disfrutado por el público, “La prensa
sensacionalista no corrompe a nadie; nace corrompida por una cultura que, en
vez de rechazar las groseras intromisiones en la vida privada de las gentes,
las reclama, pues ese pasatiempo, olfatear la mugre ajena, hace más llevadera
la jornada del puntual empleado, del aburrido profesional y la cansada ama de
casa”.
“…si el
periodismo, en vez de ejercer su función fiscalizadora, se dedica sobre todo a
entretener a sus lectores, oyentes y televidentes con escándalos y
chismografías. Todo ello favorece una actitud tolerante o indiferente en el
gran público hacia la inmoralidad.”
En su
artículo “Lo privado y lo público”
publicado en enero del 2011 en el diario El
País, Vargas Llosa al reflexionar sobre la crítica que Fernando Savater hizo
sobre el caso de las Wikileaks y Julian Assange afirmó: “Savater
comprueba que en esta vasta colección de
materiales filtrados no hay prácticamente revelaciones importantes,…,y que lo
que prevalece en ella es sobre todo una chismografía destinada a saciar esa
frivolidad que, bajo el respetable membrete de transparencia, es en verdad el
entronizado ‘derecho de todos a saberlo todo’ : que no haya secretos y reservas
que puedan contrariar la curiosidad de alguien[…] caiga quien caiga y perdamos
en el camino lo que perdamos’. Ese supuesto ‘derecho’ es, añade, ’parte de la
actual imbecilización social’. Suscribo esta afirmación con punto y comas.”
Entonces, ¿cómo reaccionar o qué hacer? En el segundo capítulo del libro el
intelectual da la siguiente reflexión al respecto: “No está en poder del periodismo por sí solo cambiar la civilización
del espectáculo, que ha contribuido a forjar. Ésta es una realidad enraizada en
nuestro tiempo, la partida de nacimiento de las nuevas generaciones, una manera
de ser, de vivir y acaso de morir del mundo que nos ha tocado…nos han deparado
el privilegio de convertir al entretenimiento pasajero en la aspiración suprema
de la vida humana y el derecho de contemplar con cinismo y desdén todo lo que
aburre, preocupa y nos recuerda que la vida no sólo es diversión, también
drama, dolor, misterio y frustración.”
¿PESIMISMO,
ACEPTACIÓN DE LA DERROTA O ADAPTARSE A UNA REALIDAD?
Vargas Llosa deja al final de su libro algunas
reflexiones que más que avizorar algún horizonte esperanzador para
los que aún creen en la añeja cultura y se resisten a ser partícipes de las farsa
impuesta por la civilización del espectáculo, percibe un futuro desalentador: “Lo peor es que probablemente este fenómeno no tenga arreglo, porque
forma ya parte de una manera de ser, de vivir, de fantasear y de creer de
nuestra época, y lo que yo añoro sea polvo y ceniza sin reconstitución posible”
más adelante el autor también dice “Confieso
que tengo poca curiosidad por el futuro, en el que, tal como van las cosas,
tiendo a descreer. En cambio, me interesa mucho el pasado, y muchísimo más el
presente, incomprensible sin aquél.”
A pesar del aparente pesimismo de sus reflexiones
finales, Vargas Llosa en declaraciones a la prensa española ha manifestado que
aún tiene cierta esperanza que la civilización del espectáculo desaparezca con
el correr del tiempo, así como un día la URSS dejó de existir.
Vargas Llosa a lo largo de su ensayo expone sin tapujos confesiones sinceras y para nada condescendientes que
buscan remover el cerebro de su lector y que han generado (y seguirán generando) controversias y polémicas dentro de los sectores involucrados en su crítica. Seguramente muchos
al leer esta obra etiquetarán al premio Nobel de elitista, discriminador
de la cultura popular o hasta acusarlo de sectario. Este ensayo nos hará meditar profundamente sobre “la cultura” que consumimos a
diario y como sus efectos enfermizos puede destruir nuestras neuronas al
convertirnos en meros receptores y consumistas de frivolidades, adormeciendo nuestra capacidad de análisis y ejercicio del albedrío.