jueves, 3 de enero de 2013

LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO: ¿LA MUERTE DE LA CULTURA?

MARIO VARGAS LLOSA
LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO
ENSAYO
ALFAGUARA. 2012.ESPAÑA. 
¿ANUNCIANDO LA MUERTE DE LA CULTURA? 
Una extraña sensación es lo que experimentó Mario Vargas Llosa al asistir a distintas actividades culturales y analizar  diversos materiales producidos por los medios de comunicación en los últimos años, se fue apoderando de él una inquietante pregunta: ¿por qué la cultura dentro de la que nos movemos se ha ido banalizando hasta convertirse en muchos casos en un pálido remedo de lo que nuestros padres y abuelos entendían por cultura? Esta y otras interrogantes son planteadas y tratadas de respondidas en su ensayo La civilización del Espectáculo, publicado el año pasado.
Considerado entre uno de los mejores ensayos del 2012, por el diario El País de España. La Civilización del Espectáculo  en las propias palabras del autor desea “dejar constancia de la metamorfosis que ha experimentado lo que se entendía aún por cultura”. Vargas Llosa anuncia la profunda etapa de crisis y decadencia en que ha caído la cultura y que está siendo reemplazada por otra construida sobre las ruinas  de la misma.
Desde el inicio de su obra el autor sentencia que la cultura “en el sentido que tradicionalmente se ha dado este vocablo, está en nuestros días a punto de desaparecer. Y  acaso haya desaparecido ya, discretamente vaciada de su contenido y éste reemplazado por otro, que desnaturaliza el que tuvo”. A esta realidad, Vargas Llosa la denomina la civilización del espectáculo.
LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO: ¿LA NUEVA CULTURA?
Según Vargas Llosa es un mundo donde el entretenimiento ocupa el primer lugar de la tabla de valores, “y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal” pero al que el escritor no se opone pero si le preocupa  que “el pasarlo bien” o “frivolidad” se convierta en el valor supremo y traiga nefastas consecuencias: “la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad…que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo”.
Vargas Llosa en su primer capítulo señala una terrible conclusión “La cultura es diversión y lo que no es divertido no es cultura…Lo que tiene éxito y se vende es bueno y lo que fracasa y no conquista al público es malo”. Esta es la razón principal por la cual los medios de comunicación nos someten a su ofrecimiento de satisfacción placentera, frivolidad y mucha idiotez.
La nueva cultura tiene su columna vertebral en lo light: literatura light, cine light, arte light.  Según el premio Nobel de Literatura, es “aquella que hace sentir comodidad al lector o espectador, una sensación de estar a la vanguardia con un mínimo de esfuerzo intelectual, y que lleva al conformismo y se manifiesta en la complacencia y autosatisfacción”.
Mario Vargas Llosa a fin de no parecer clasista ni dar la apariencia de un idealista apolillado explica las definiciones y concepciones de cultura y la transformación que ha sufrido la misma, recurriendo a diversas fuentes, desde sociológicas, científicas,  filosóficas  hasta llegar a las religiosas. Al igual que en la mayoría de sus obras, el autor juega con los relatos paralelos en espacios de tiempo diferentes, en esta ocasión sus apreciaciones y críticas son alternadas con algunos artículos periodísticos culturales aparecidos en su columna Piedra de toque publicados en el diario El país de España a lo largo de los últimos años y que sirven de perfecto complemento de sus comentarios.
SEÑALANDO  CULPABLES Y PELIGROS
¿Culpables?  Mario Vargas Llosa señala al deterioro de las familias como uno de ellos y la crisis de la palabra, ahora subordinada a la imagen como otro causante, así como la búsqueda de la frivolidad como un valor supremo. Algunos factores que el escritor determina que han contribuido a la formación de la civilización del espectáculo son:
1) “La prosperidad vivida después de la segunda guerra mundial, que permitió el crecimiento de la clase media, el bienestar, la libertad de costumbres y un espacio siempre creciente para el entretenimiento”.
2) La democratización de la cultura provocó “la desaparición de la alta cultura, obligatoriamente minoritaria por la complejidad y a veces hermetismo en sus claves y códigos, y la masificación de la idea misma de cultura” y el que Los sociólogos, hayan “incorporando a la idea de cultura, como parte integral de ella, a la incultura, disfrazada con el nombre de cultura popular”.
3) La desaparición de la crítica y su reemplazo por la publicidad, “convirtiéndose ésta en nuestros días no sólo en parte constitutiva de la vida cultural sino en su vector determinante” . 
4)El laicismo, la banalización de la política, el eclipse de los intelectuales, el empobrecimiento de las ideas como fuerza motora de la vida cultural, el reemplazo de la información por el entretenimiento, la frivolización como norma, la degradación del sexo, etc.
Mario Vargas Llosa señala también algunos peligros de someternos a la nueva cultura:
1) “En la civilización del espectáculo, el intelectual sólo interesa si sigue el juego de la moda y se vuelve un bufón” .
2) "La ínfima vigencia que tiene el pensamiento en la civilización del espectáculo". 
3) “El empobrecimiento de las ideas  como fuerza motora  de la vida cultural  en una época donde se vive la primacía de las imágenes sobre las ideas”.
4) “La cultura dominante, que privilegia el ingenio sobre la inteligencia, las imágenes sobre las ideas, el humor sobre la gravedad, la banalidad sobre lo profundo y lo frívolo sobre lo serio…”
5) “Lo que se espera en nuestros artistas no es el talento, ni la destreza, sino la pose y el escándalo, sus atrevimientos no son más que las máscaras de un nuevo conformismo”.
6)”Los espectadores no tienen memoria; por esto tampoco tienen remordimientos ni verdadera conciencia. Viven prendidos a la novedad, no importa cuál sea con tal que sea nueva”.
7) La banalización del sexo o sexo light, sin amor, el puramente instintivo y animal.  
8) en el periodismo, “el diario o programa que no comulga en el altar del espectáculo corre hoy el riesgo de perderlo y dirigirse sólo a fantasmas”.
9) En la política, “la popularidad y el éxito se conquistan no tanto por la inteligencia y la probidad como por la demagogia y el talento histriónico…la cultura es la que corrompe y degrada a la política y a los políticos”.
¿EL PERIODISMO BASURA VUELVE IMBÉCIL A LA GENTE?
En su capítulo sobre cultura, política y poder se explica  por qué el amarillismo es disfrutado por el público, “La prensa sensacionalista no corrompe a nadie; nace corrompida por una cultura que, en vez de rechazar las groseras intromisiones en la vida privada de las gentes, las reclama, pues ese pasatiempo, olfatear la mugre ajena, hace más llevadera la jornada del puntual empleado, del aburrido profesional y la cansada ama de casa”.
“…si el periodismo, en vez de ejercer su función fiscalizadora, se dedica sobre todo a entretener a sus lectores, oyentes y televidentes con escándalos y chismografías. Todo ello favorece una actitud tolerante o indiferente en el gran público hacia la inmoralidad.”
En su artículo “Lo privado y lo público” publicado en enero del 2011 en el diario El País, Vargas Llosa al reflexionar sobre la crítica que Fernando Savater hizo sobre el caso de las  Wikileaks y Julian Assange afirmó: “Savater comprueba  que en esta vasta colección de materiales filtrados no hay prácticamente revelaciones importantes,…,y que lo que prevalece en ella es sobre todo una chismografía destinada a saciar esa frivolidad que, bajo el respetable membrete de transparencia, es en verdad el entronizado ‘derecho de todos a saberlo todo’ : que no haya secretos y reservas que puedan contrariar la curiosidad de alguien[…] caiga quien caiga y perdamos en el camino lo que perdamos’. Ese supuesto ‘derecho’ es, añade, ’parte de la actual imbecilización social’. Suscribo esta afirmación con punto y comas.” 
Entonces, ¿cómo reaccionar o qué hacer? En el segundo capítulo del libro el intelectual da la siguiente reflexión al respecto: “No está en poder del periodismo por sí solo cambiar la civilización del espectáculo, que ha contribuido a forjar. Ésta es una realidad enraizada en nuestro tiempo, la partida de nacimiento de las nuevas generaciones, una manera de ser, de vivir y acaso de morir del mundo que nos ha tocado…nos han deparado el privilegio de convertir al entretenimiento pasajero en la aspiración suprema de la vida humana y el derecho de contemplar con cinismo y desdén todo lo que aburre, preocupa y nos recuerda que la vida no sólo es diversión, también drama, dolor, misterio y frustración.”
¿PESIMISMO, ACEPTACIÓN DE LA DERROTA O ADAPTARSE A UNA REALIDAD?
Vargas Llosa deja al final de su libro algunas reflexiones que más que avizorar algún horizonte esperanzador para los que aún creen en la añeja cultura y se resisten a ser partícipes de las farsa impuesta por la civilización del espectáculo, percibe un futuro desalentador: “Lo peor es que probablemente este fenómeno no tenga arreglo, porque forma ya parte de una manera de ser, de vivir, de fantasear y de creer de nuestra época, y lo que yo añoro sea polvo y ceniza sin reconstitución posible” más adelante el autor también dice “Confieso que tengo poca curiosidad por el futuro, en el que, tal como van las cosas, tiendo a descreer. En cambio, me interesa mucho el pasado, y muchísimo más el presente, incomprensible sin aquél.”
A pesar del aparente pesimismo de sus reflexiones finales, Vargas Llosa en declaraciones a la prensa española ha manifestado que aún tiene cierta esperanza que la civilización del espectáculo desaparezca con el correr del tiempo, así como un día la URSS dejó de existir. 
Vargas Llosa a lo largo de su ensayo expone sin tapujos confesiones sinceras y para nada condescendientes que buscan remover el cerebro de su lector y que han generado (y seguirán generando) controversias  y polémicas dentro de los sectores involucrados en su crítica. Seguramente muchos al leer esta obra etiquetarán  al premio Nobel de elitista, discriminador de la cultura popular o hasta acusarlo de sectario. Este ensayo nos hará meditar profundamente sobre “la cultura” que consumimos a diario y como sus efectos enfermizos puede destruir nuestras neuronas al convertirnos en meros receptores y consumistas de frivolidades, adormeciendo nuestra capacidad de análisis y ejercicio del albedrío. 




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